Buscaba la lógica en todos lados. La buscó en las
matemáticas y en la filosofía (pero eran demasiado abstractas). La buscó en los
modelos macroeconómicos, en la política internacional y en el sistema
electoral. La buscó en las religiones. La buscó en las revistitas de enigmas,
sudokus y crucigramas. La buscó en la naturaleza (pero era demasiado perfecta).
La buscó entre los almohadones del sillón y bajo la alfombra. La buscó en la
gramática, semántica, sintáctica (pero siempre aparecía una excepción a la
regla). La buscó en internet y en las páginas amarillas. La buscó en la calle a
pleno sol y en oscuras habitaciones perdidas. La buscó en el desván. La buscó
en las ciencias naturales y en las sociales (y se le cayeron encima todos los
paradigmas). La buscó con lupa. La buscó en el aeropuerto, en la estación de
ómnibus y en la del ferrocarril. La buscó en mapas y en la guía telefónica. La
buscó cuesta arriba y cuesta abajo. La buscó sin exceptuar sábados, domingos ni
feriados. La buscó con entusiasmo y con desgano. La buscó llueva, nieve o
truene. Día tras día la siguió buscando.
Hasta que un día se encontró con esa persona. Y ya no le
importó la lógica.
Será que cuando uno deja de buscar, es cuando encuentra lo que necesitaba :3
ResponderEliminarSe que su afirmación es fundamentada..
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