sábado, 13 de julio de 2013

De los imprescindibles

Mi viejo cuenta que hace muchos años tuvo un bar. Era allá por los años sesenta, cuando usaba patillas y Ray Bans. Ahí trabajaba, además, un cocinero español, ya entrado en años, que dejaba traslucir un pasado cosmopolita y de grandes hoteles.
Resulta que mi padre siempre fue un poco workaholic, aunque en aquellos tiempos eso no existía. En una ocasión que se había pasado de las doce horas trabajando detrás del mostrador (era un lugar que abría de corrido día y noche), el viejo se acercó, le preguntó si hacía mucho que no volvía a su casa y al saberlo le dijo:

-Vete a tu casa, hombre, que no eres imprescindible. Que de imprescindibles está el cementerio lleno.

No se si calo muy hondo en mi padre. Por mi parte, es la frase más sabia que escucho en bastante tiempo.

viernes, 12 de julio de 2013

El jardín



Ana entró en el jardín. Era inmenso. El sol brillaba en lo alto del cielo. Comenzó a recorrerlo. Los aromas de las mil flores se mesclaban en el aire tibio. Una cortina espesa de canto de aves amortiguaba el silencio profundo. Tanta era la paz que Ana no necesitaba hacer ningún esfuerzo para que el jardín penetrara en ella a través de todos sus sentidos. Hasta que se llenó tanto de perfume, de viento, sonido, luz y color, de tibieza, de dulzura y de calma que ya no hubo necesidad de sentidos para sentir, y ya no hubo necesidad de Ana para ser; sólo hubo jardín. Y mucha luz.

jueves, 11 de julio de 2013

Declaración poco seria

Voy a hacer un autocomplot literario. Desde hoy empezaré a llenar cuadernos a más no poder con una prosa agobiante y metamorfosea, de dudosa calidad y procedencia más dudosa, pero nunca falta de maledicencia. Sufrirán Góngoras y Kafkas, Lugones y Tolstois, más no podré injuriar analfabetos y occisos. Voy a gastar biromes, lápices, pinturitas, oleo pastel, escribiendo sin parar de la noche a la mañana, abundando y redundando en lugares comunes y falta de originalidad. Los peatones con morbo curioso observarán, cuando me vean escribiendo en los colectivos, en medio de la calle, caminando y sentada en el cordón de la vereda. Como un epitafio literario, mis versos satánicos grabados en piedra dejaré:

Garabateando
versos y prosas.
Aunque, es cierto,
de manera roñosa,
insignificancia profunda,
muy poco tiento,
y métrica confusa.
Voy a escribir de izquierda a derecha y viceversa; con rimbonbante y profusa adjetivación. Las oraciones tendrán sujeto y predicado. O bien sujeto tácito y voz pasiva tendrán. Pero ningún sentido, pobre lector, les podrás encontrar.
Ahora si, nadie se puede salvar, será un holocausto verbal, un genocidio alfabético, la catombe será.
Voy a escribir hasta los márgenes, van a ver.
Pero ni sueñen en que después lo pase en limpio.

viernes, 5 de julio de 2013

In media res

Jean Luc Godard dijo alguna vez: "Me gusta que las películas tengan un principio, un medio y un final. Pero no necesariamente en ese orden."
Cuando nos acercamos a una historia, se supone que el realismo pasa por narrarla de principio a fin, y en un desarrollo progresivo y lineal. La ruptura de estos cánones hoy en día no escandaliza demasiado, pero si podríamos decir que se sigue considerando como algo no convencional. Y en cierto sentido es necesario que para que una historia sea considerada como tal tenga estos elementos; pero me parece, por momentos, que la no-linealidad es mucho más cercana a la forma en como vivimos y percibimos los acontecimientos en el mundo real. Vivimos in media res, no nos es posible asir nuestra experiencia de una manera lineal y evolutiva sino que la percibimos fragmentariamente, filtrada por nuestros prejuicios, distorsionada por la mirada ajena. Luego la historia (personal, nacional, mundial) se construye retrospectivamente, vamos juntando los pedacitos y a partir de ahí podemos conferirle el sentido racional, ese tan del siglo de las luces, que no casualmente también "inventó" la linealidad y el progreso.

miércoles, 3 de julio de 2013

Como en sueños

Como en sueños una visita. Como una expresión de deseo, volcada en la noche que es siempre la misma, y por eso puede conjurar un pasado nuevo, un recuerdo que hubiéramos querido fijar una vez más. Lo que ayer nunca fué (o fué a medias, incompleto, imperfecto) hoy se intenta modelar. Hoy, que ya no puede ser.