jueves, 3 de diciembre de 2009

Memorias de la Tos o garganta con arena.

Sucede que hay una tendencia en todos a naturalizar el devenir de la vida y simplemente transitarla como un simple ser, con sus alegrías y tristezas incluídas. Hasta que algo ocurre, muchas veces terrible, que interrumpe este tranquilo habitamiento del mundo para hacernos enfrentar con inimaginables consecuencias. Hasta hace poco, mi vida era así, practicamente, digamos, normal. Pero algo irrumpió subrpticiamente en ella. Esta es mi historia...

Resulta ser que hará unos veinte días, empecé a sentir en mi garganta cierto malestar, cierto dejo de cosquilleo que me obligaba a emitir regularmente un carraspeo que quite la molestia, de manera mas o menos voluntaria. "No es nada" me dije a mi misma, "tan sólo las alegrías alergias de la primavera que no tardarán en menguar."

Inocente de mi! Como al cabo de dos o tres días la tocesita seguía, comencé a consumir toda clase de caramelos de propoleo, miel y tmb medicinales. La garganta no dolía y la tos mucho no molestaba. Pero era persistente, tanto que al cabo de una semana se había incrementado el número de veces diarias en que se producía el fenómeno (promedio: cada 20 minutos) y ya lo hacía de manera completamente involuntaria. Por lo tanto comenzó a interferir en la vida cotidiana. Y aun mas, comencé a expectorar (si, a largar unas cosas asquerosas y mucosidad infesta)

En si el hecho de toser una o dos veces en el transcurso de una conversación no implica gran inconveniente. Pero resulta ominoso el hecho de ir a saludar a una persona y toserle en la cara. O de estar hablando con alguien y tener que levantarte para ir a toser afuera. O de empezar a reirte de algo y tener un acceso de tos terrible, y parecer uno de esos viejos tanos, gordos y pelados de las peliculas de mafiosos, con el puro y el vaso de whisky, que ya están en las últimas. 




 
¡Y lo peor es que una se quiere explicar, quiere decirle a sus anonadados interlocutores alguna explicación fiable, y que no se preocupen, que continuen con sus vidas, que el alien que está a punto de salir de mi cuerpo es problema mío y nada mas, pero no se puede, porque la tos se incrementa, se adueña del cuerpo, te posesiona e impide cualquier tipo de libre albedrío!

También en otros ambitos afecta. Por ejemplo, estando en un ensayo de coro, el director se digna a hacer un comentario jocoso: "te ha cambiado el color de voz, estas para cantar Mano a Mano." Ja. Lo peor es que soy soprano. Y mi voz se esta convirtiendo en la de Goyeneche.






Tambien ocurre que al principio, para discimular y distender el clima, y para que la gente no se piense que soy una tuberculosa en sus últimos días, una quiere hacer un chiste al respecto. Los dos o tres primeros están bien, causan. Pero esto se torna poco gracioso y bastante mas patético al quinto, septimo, vigésimocuarto. No querida, cansas con tu tos y con tus chistes sobre la misma.

Así que empecé a aumentar la intensidad y dosis de los remedios caseros. Te de ambay, te de jengibre, propoleos y miel. Nada. La tos no solamente no pasaba, sino que aumentaba. Un verdadero enemigo interno, que te impide conversar, ver una película, terminar tu clase de yoga sin levantarte para ir corriendo al baño, y genera miles de interpelaciones como "sacalo sacalo que te va a hacer bien!" Escalofriante.




Raíz de jengibre. Se me hace que se puede crear una mandrágora con la misma. Por cierto, que mito asqueroso.


La cosa es que hoy, a veinte días de haber comenzado con los síntomas, fui al medico. La verdad lo había estado posponiendo, cosas de familia. Tan poca razón no tenía, la verdad que el dotor era medio desagradable, no me gustó. Pero cumplia su función. Así que me tomé la molestia de, con mucho esfuerzo, madrugar por cuarta vez en la semana, agarrar mi bici que no está muy inflada, y pedalear hasta el consultorio. Una vez allí, la recepcionista me tomaba los datos mientras yo intentaba discimular una indiscimulable tos matutina que ya se ha hecho costumbre, y la chica se daba cuenta y miraba extrañada, la pobre.

Fue mas o menos así:
- Qué tenes?
- Tos, desde hace unos veinte días.
- A ver, date vuelta y respira hondo (ahí me escucha con el estetoscopio)
- (...)
-Alergias?
-No que yo sepa.
- Fumas?
-No.
-mmm. Bueno, tenes una bronquitis, te voy a dar un antibiótico.
-Bueno.

Eso. Fuck! Era eso! Al menos me dio un antibiótico, que espero que me ayude y no me haga alergia (es otra droga que la que me hace salir una fea, fea urticaria urticante y picante). Me pregunto si alguna vez podré volver a tener una vida normal, en la que el concepto tos no sea un eje estructurante de la misma. Eso espero.

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