sábado, 13 de julio de 2013

De los imprescindibles

Mi viejo cuenta que hace muchos años tuvo un bar. Era allá por los años sesenta, cuando usaba patillas y Ray Bans. Ahí trabajaba, además, un cocinero español, ya entrado en años, que dejaba traslucir un pasado cosmopolita y de grandes hoteles.
Resulta que mi padre siempre fue un poco workaholic, aunque en aquellos tiempos eso no existía. En una ocasión que se había pasado de las doce horas trabajando detrás del mostrador (era un lugar que abría de corrido día y noche), el viejo se acercó, le preguntó si hacía mucho que no volvía a su casa y al saberlo le dijo:

-Vete a tu casa, hombre, que no eres imprescindible. Que de imprescindibles está el cementerio lleno.

No se si calo muy hondo en mi padre. Por mi parte, es la frase más sabia que escucho en bastante tiempo.

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