domingo, 5 de septiembre de 2010

Dubitaciones en apatía

Días inciertos, tan llenos de ese vacío enorme que deja el cansancio de manejar un porvenir. Así ando, tratando (a veces, pienso, tan vanamente) de que las cosas salgan un poquito bien, de volver a disfrutar un poco como antes, sin la carga terrible de lo cotidiano. Pero a veces no se gana; una queda tan atropellada por todo lo de afuera que no ve lo de adentro. Entonces no se puede crear nada, se tiene la impresión de que todo lo que se haga va a salir mal, de que se está en un camino cerrado, o peor aún, de que ya no se puede caminar mas, ya no hay lugar hacia donde ir.
Eso que antes tanto te gustaba hoy se convierte en una compromiso insulso, no hay amor por lo que se hace, se cumplen las obligaciones pero no se hace nada, no hay entusiasmo, y una queda con la sensación de que siempre está esperando por vivir la Verdadera Vida, mientras que la actualidad es una suerte de "edad media" sosa, repetitiva y agotadora que hay que superar cuanto antes.
Esto es, por supuesto, una melancolía temporal, que acomete por momentos, y sobre todo en estas épocas agitadas del año. Una es consciente de que las nociones de éxito y fracaso son tan relativas como las metas a las cuales se las aplica. La vida, como todo viaje, tiene sus altibajos, y a veces escasean las provisiones mas que otras.
Hay otras "cosas", que no son por obligación, y que ayudan para escapar de esa sensación de vida-no-vivida. En mi caso estos salvavidas son sobre todo los que tienen que ver con las relaciones humanas, la gente con la que me rodeo y que constituye un cable a tierra (por lugar común que sea la idea la considero válida y cierta). Y por supuesto esta esa persona que hace que en su presencia nada de lo escrito tenga sentido, ya que me llena de una felicidad indescriptible...
No se puede hacer otra cosa que seguir adelante, hacer que valga la pena el camino recorrido.

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