sábado, 15 de junio de 2013

Sobre artes y otras yerbas

El otro día escuché a una persona afirmar que en la actualidad las artes que no se vuelvan masivas están destinadas a perecer. Que si no fuera por el cine, de hecho, estarían muertas. Según su planteo la única forma de que llegue el mensaje al público es de una manera masiva. Por otro lado, el cine de menor difusión tampoco era de su agrado, ya que no llega al gran público; una película necesita ser popular para cumplir su cometido, entregar su mensaje, y si no lo hace su destino será igual al de las otras artes, como la pintura o la literatura (según este señor) destinadas a unos pocos. Su argumento principal era que "ya nadie lee, ni va a los museos."
Esto me generó algunas reflexiones. En primer lugar, creo que todas las formas de expresión de la subjetividad humana son válidas; su perdurabilidad en el tiempo o su aporte al imaginario social vienen después, determinadas por motivos de diversas índoles. Cada periodo histórico genera formas de expresión que le son propias. Quizás el cine, surgido al paso de la moderna sociedad de masas europea y capitalista, sea su expresión cultural más representativa. Pero otras ramas del arte también se modifican en tanto lo hace la sociedad, tanto material como subjetivamente. Las artes plásticas durante el siglo XX han generado una multiplicidad de movimientos en este sentido, y qué mejor ejemplo que las vanguardias, cuyo principal motivo era romper con la institución arte tal como se la conocía y salir del museo hacia la vida. En las últimas décadas del siglo XX y a principios del s. XXI, por otra parte, han surgido nuevas generaciones de artistas plásticos, algunos de los cuales no se plantean una función artística convencional, pero que exploran modos diferentes de contacto con el público, tal como en el fenómeno del grafitti. La ampliación de los medios tecnológicos lleva a formas de difusión impensables un par de décadas atrás, como en el caso de la difusión por Internet, y a la creación de nuevos medios de expresión, como el video juego. Pero en el mundo analógico la cosa tampoco va tan mal, sólo hay que recorrer un poco las cifras que mueve el mercado editorial para rebatir la falacia de que "nadie lee". Excelentes obras literarias, clásicas y contemporáneas, comics (otro arte sumamente popular que no hay que ignorar), obras de investigación, difusión, crítica...
Esta enumeración de formas artísticas completamente "populares" podría seguir bastante más. Pero lo esencial es que el argumento de que "las artes están en decadencia", además de ser tristemente pseudo hegeliano, sólo puede ser enunciado si se ignora un amplísimo espectro de la realidad cultural, además de que debe realizarse en un un nivel de generalización de dudosa calidad analítica.
Por otro lado, es cierto que cuanto más difundida sea una obra mejor cumplirá su función social de llevar un mensaje. Sin embargo, si bien todos los productos masivos generan ideología, generalmente es una ideología tributaria de la hegemónica. Es lógico pensar que un mensaje diferente o contestatario no sea difundido con la misma eficacia. Entonces ¿qué hacer para generar un mensaje diferente? Si no hay más que una única vía de hacer llegar el mensaje al público la pregunta no tiene sentido, no hay forma, la sociedad es totalitaria.
Pensar que sólo una forma de expresión (y dentro de la misma la más elitista y comercial, el cine de alto presupuesto y difusión viral) es válida me parece sumamente pernicioso, en cuanto promueve la división y compartimentación de la realidad cultural, que avanza cada vez más (ya lo ha hecho en las ciencias sociales, por ejemplo), y una visión unívoca del deber-ser del artista o intelectual, según la cual hay una sola forma correcta de hacer las cosas. Nada más diferente a crear. Hay que permitirnos pensar no sólo nuevas formas de expresión en los marcos ya dados, sino nuevos formatos y formas de producir. Crear un nuevo mundo creándolo.

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