jueves, 2 de julio de 2015

patas arriba

Todavía no puedo procesar esto. El mundo se convirtió en una de esas habitaciones giratorias que usan en televisión, y no consigo mantenerme en el suelo porque ahora esta arriba, pero la gravedad esta en el techo y eso no me parece bien. No me gusta nada. Entonces corro por las paredes tratando de volver a donde estaba, de mantenerme con los pies en el piso, pero como usted se imaginará me veo ridícula, desesperada y loca. Debe ser que soy medio lenta y no logro aceptar que lo que hasta hace diez minutos (o diez días) era el suelo ahora este sobre mi cabeza, que la mesita del comedor sea una araña (debe estar atornillada) y que yo este arrinconada en lo que fue una esquina del techo tosiendo con la tierra acumulada que flota hecha polvillo debido al estremecimiento.
Cierto, estoy desvariando. Creo que si me enfrento a la realidad desnuda en este momento, sin mediarla con algo de fantasía, tendría que colapsar. Para evitar eso inventamos la ficción, no? Esto que me esta pasando es demasiado grande para comprenderlo; se parece (quien no lo habrá experimentado) a querer pensar en el universo. Algo tan incomprensible, tan más-allá-de-nosotros, que no alcanzan las neuronas para hacer toda la sinapsis que hace falta. Igualito, con la pequeña diferencia de que esto es mucho más cercano que todo el universo - por tanto más real.
Eso, en lo que respecta a la cabeza. Acerca del corazón mejor ni les cuento. Es la primera vez que se rompe.

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