martes, 29 de marzo de 2011

En bondi

Tal vez a usted le resulte extraño, pero yo, así como me ve, no soy yo. Ya se que nos conocemos desde hace años, pero es la primera vez que nos cruzamos en este ámbito, haga memoria. Por ello siento que debo explicarle (y explicarme, porque no), lo particular de la situación. En mi condición actual, digamos, para ser exacta, a bordo del ómnibus (está bien, no se me ría de esa manera, dejo de renegar de mi argentinidad; corrijo, arriba del colectivo), desaparece una y aparece la otra, en este caso yo. Verá: es cuestión de lógica pura; dos vidas diferentes sólo pueden ser vividas por dos distintas personas. Y no, no es que lleve una "doble vida", ocultando bajo un manto de aparente respetabilidad ciertas conductas reprobables. Ni siquiera me lo propuse (cuando era una sola). Simplemente se trata de algo que ocurrió sin que yo me diera cuenta. Es cierto que desde un principio hubo algunas señales sutiles, una sensación como de despertar cada vez que descendía, recuerdos que siempre me venían a la mente cuando estaba abordo, pensamientos que se continuaban de un viaje a otro, rostros que me eran familiares... No obstante, todo lo racionalizaba; debo reconocer que inclusive me producía bastante simpatía la situación en general.
Pero viajar a diario, como mínimo dos veces, a veces cuatro, de una hora cada uno, después de cierto tiempo, resulta tanto física como psíquicamente agotador. Creo que en el punto que este agotamiento llegó a su paroxismo fue que nacimos. Entonces se alivió mucho la carga, si, pero no todo lo que brilla es oro. Lo principal es cuidar que ninguna quiera transgredir su ámbito personal. Si una invadiera la vida de la otra sería fatal, autodestructivo, diría yo...
Espere... ¿Por donde andamos? Yo me bajo en la que viene. ¡Adiós!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Reflexión Subjetiva

Hay en cada uno esas dos tendencias incongruente, una a permanecer, la otra a salir. Eterna disyuntiva entre el adentro y el afuera, lo real y lo imaginario, la vigilia y el sueño, el yo y lo otro.Tendencias a simple vista contradictorias, quizá, pero no excluyentes.
(Mientras escribo esto, por ejemplo, observo el paisaje por la ventanilla del ómnibus; el verdor resplandece en la amplia extensión de tierra intacta, y de a poco las sombras nacen entre los edificios de techos bajos, brotando aparentemente sólidos entre la todopoderosa luz solar.)
Es, mas bien, un vaivén, un instante parezco abandonarme a este mundo al que al fin y al cabo pertenezco, del que inevitablemente soy. Rápidamente, sin embargo, retorno a mi refugio interior al mundo (artificial, no menos que el otro) que yo misma he creado.
En ese ida y vuelta, en el espacio exacto y efímero en que la oscilación permite abarcar la totalidad, tal vez esté yo. O no.