sábado, 14 de noviembre de 2009

Pegó el bajón nomás...

Y si, lo venía sobrellevando bastante bien, en algún momento tenía que ser. Pongámoslo en estos términos: se acerca fin de año (correspondiente bajón secular que me viene en navidad y año nuevo), terminé de cursar (lo cual es un cambio, al menos un lapsus en mi rutina diaria, lo cual, a pesar de ser "bueno" supone un cierto grado de crisis) hay mucho trabajo pendiente (ok, trabajo intelectual) sin contar el siempre subyacente ciclo hormonal que a las minas, aceptemoslo o no, nos complica la vida, nos cambia el humor y hasta el carácter. 

Así que todo lo que hago es básicamente vegetar frente a la computadora, o algún libro, evadiendo cualquier responsabilidad estudiantil, con cualquier excusa: dormir, ordenar el ropero, revolver cajones en busca de (...), dormir (again), ir a hacer compras, jugar worms, cabecear una hora frente a Halperín, ensayar algunas canciones, etc, etc, etc... Una vez, en este estado, hice una mochila. Y también cree a un personaje llamado piña Felipe, de lo cual hay fotos.

La cosa es que se me da por hacer cosas que se tornan un tanto inútiles, o que por lo menos podría hacer en otro momento, como depilarme o escribir sinsentidos. 

Pero tampoco es tan malo, che. La neurosis es parte de una, no la mejor, quizá, pero se aprende no sólo a vivir con ella, sino a convivir e incluso a utilizarla. Sin un poco de neurosis en esta vida no se que me llevaría a cometer esas imprudencias y catarsis de todo tipo, que mal que mal, a veces salen mas o menos bien. Claro, no sería necesario, pero habría demasiada perfección, y ya la palabra perfección resulta estresante. 
La cosa no es abandonarse por completo a la neurosis, pero tampoco negarla de raíz. Es parte de lo que se es, y ya.


La neurosis bien, gracias.